El mundo sin costuras

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A menudo la vida elige los lugares más sorprendentes para establecerse. En las cataratas de Iguazú, en el río Irawadi, en un tren de carbón en Perú, en el coche de un atasco en Hanoi, en los brazos de un intrépido aventurero que está a punto de lanzarse al vacío de la laguna de San Rafael en Chile o en la mirada de un niño vietnamita sentado en la trasera de un vagón de tren. La Diversidad Amenazada. Naturaleza-Hombre-Cultura, es el nombre que lleva por título la exposición de fotografía que estará hasta el 7 de Junio en el Espacio de la Fundación Telefónica de Madrid.  La colección está compuesta por un total de 98 instantáneas realizadas por el fotógrafo Eduardo Aznar (“Okaimal”) quien ha sido capaz de reducir la mirada de la tierra en la perspectiva de los espacios naturales. El proyecto ha sido realizado con la colaboración  del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y durante los meses de Abril y Mayo tendrán lugar una serie de conferencias y mesas redondas en donde se tratarán temas relacionados con el cambio climático, la afición del viajero y la biodiversidad.

El abrazo a la diversidad cultural y el destrozo que el ser humano ha hecho y hace en la actualidad del planeta son los dos pilares fundamentales sobre los que se asienta esta exposición. Resulta de vital importancia ser consciente de que el ser humano, en su afán de dominar la Tierra está provocando cambios más allá de lo que puede soportar.

Como consecuencia de los cambios climáticos que se suceden casi de forma cíclica, la diversidad de los pueblos, sus lenguas, sus culturas y su esencia, se encuentran destinados a desaparecer por culpa de un proceso de globalización que uniformiza y cerca sus modos de vida. La explotación de recursos naturales y la contaminación del suelo muestran la cara más amarga de nuestra propia existencia y transforman un paisaje en el espejo deformado de la belleza. Imágenes de espacios abiertos, de rincones olvidados, de organismos vivos, de parajes naturales de una inmensidad inabarcable. Imágenes de personas, de almas perdidas, de familias, de culturas. Eduardo consigue captar la singularidad de unos ecosistemas en los que la vida ha ido evolucionado gracias a un intento de adaptación permanente.

El lado crítico y de denuncia que aportan las miradas de los protagonistas de la de las instantáneas, consiguen traspasar la sensibilidad del espectador y convertirlo en un ser absolutamente reducido.  La inmensidad del planeta asusta pero también atrapa. Esta exposición conseguirá levantar conciencias y facilitar un paseo por el arte de la creación de la mano de un fotógrafo que rescata la naturaleza y la acción del hombre para congelarla y convertirla en eterna.

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